Hace apenas 100 años sólo sabían leer unos pocos privilegiados. E incluso hoy en día, en los países menos desarrollados, más de la mitad de la población no sabe leer ni escribir. Y sin embargo, durante miles de años, los humanos hemos sido capaces de perpetuar el conocimiento ¿Cómo? mediante la tradición oral, a través de los cuentos.
Los cuentos han sido el canal más eficaz para transmitir el saber de generación en generación, a lo largo de la historia de toda la humanidad. No es casualidad, es porque funcionan.
Pensamos que de los cuentos podemos aprender mucho del mundo y de la vida, y además es bueno saber qué pueden ayudarnos a transmitir a nuestros hijos. Y también, por qué no, aprender un poco más de nosotros mismos.
La importancia de los cuentos
Alguien pudiera pensar ¿Pero de verdad los cuentos populares de hadas nos tienen tanto que enseñar?
La respuesta es que sí, mucho, y cuanto más investigo, más motivos encuentro para darles la importancia que se merecen y para intentar que vuelvan a ocupar ese lugar que siempre ocuparon y que, en estos tiempos que corren, estamos dejando vacío.
Dice Bruno Bettelheim en su libro dedicado a los cuentos de hadas:
“Para que una historia mantenga de verdad la atención del niño, ha de divertirle y excitar su curiosidad. Pero, para enriquecer su vida ha de estimular su imaginación, ayudarle a desarrollar su intelecto y a clarificar sus emociones; ha de estar de acuerdo con sus ansiedades y aspiraciones; hacerle reconocer plenamente sus dificultades, al mismo tiempo que le sugiere soluciones a los problemas que le inquietan.”
Son un motón de cosas ¿verdad?, pues los cuentos populares de hadas satisfacen todas ellas. Iremos haciendo un recorrido por todo lo que contienen y aportan los cuentos de hadas. Veremos cómo a lo largo de la historia de la humanidad, los cuentos populares nos han ayudado a:
- Conformar y desarrollar nuestras “entendederas”.
- Afrontar lo que sentimos y pensamos frente a los acontecimientos de la vida: el amor, el odio, el rencor, crecer, envejecer, la muerte. Frente a las ansiedades
- Entender los principios de nuestra sociedad, las bases de la convivencia y el respeto mutuo. Ayudando a establecer nuestra conducta moral.
- Amar los relatos e incorporarlos como parte importante de nuestra vida, iniciando así el gusto por la literatura.
- Afrontar la vida y la muerte. Porque cuando somos capaces de tejer relatos que nos llevan a acciones cuyo objetivo es hacer del mundo un lugar mejor o más hermoso, es cuando somos capaces de situar lo importante más allá de nosotros mismos.
- Creer en los finales felices, y así pensar que las acciones justas y buenas tienen una recompensa. Nos ayudan a escoger un camino de bondad y amor, cuya recompensa esta en nuestros propios corazones. En definitiva nos ayudan a querer ser héroes.
Y también, por supuesto, hablaremos del acto de contar y escuchar cuentos. Ese acto que establece una relación muy especial entre dos personas. Una comunicación entre el narrador y el oyente donde el flujo de saber y emoción, que son los cuentos, cobra su sentido. Porque los cuentos no son sólo contenedores de toda esa sabiduría, sino que también son vehículos para transmitirla. Un cuento adquiere su razón de ser cuando es contado.
Los seres humanos hemos creados los cuentos para contar cosas que no somos capaces de decir de otro modo, cosas que a veces no se pueden explicar o que no se pueden entender, pero que sí se pueden sentir y sí se pueden vivir.
Es maravilloso tener una herramienta para poder transmitir cosas especiales a personas especiales, y es maravilloso poder sentir lo que se siente al narrar o escuchar un cuento.