Había una vez una encantadora niña llamada Alicia, cuya curiosidad la llevó a una extraordinaria aventura en un lugar llamado el País de las Maravillas. Un día, mientras exploraba y jugaba en su jardín, Alicia vio a un conejo blanco desaparecer misteriosamente en un agujero. Sin dudarlo, lo siguió, y al entrar en el agujero se encontró en un lugar mágico, repleto de maravillas y lecciones por descubrir.
A lo largo de su viaje por este nuevo mundo, Alicia conoció a personajes peculiares como el Sombrerero Loco, el Gato de Cheshire y la Reina de Corazones. Cada uno de ellos le enseñó una lección valiosa sobre la importancia de la curiosidad, la paciencia y la amabilidad.
Alicia se dio cuenta de que, a veces, las cosas no son lo que parecen. El Gato de Cheshire le
explicó que todos tienen su propia perspectiva del mundo, y es importante entender y
respetar cada una de ellas, incluidas sus diferencias. La lección del Gato ayudó a Alicia a
comprender que la diversidad y la aceptación son fundamentales para vivir en armonía.
El Sombrerero Loco, por su parte, le enseñó sobre la importancia de mantener la cordura y
la tranquilidad en situaciones difíciles. Le recordó a Alicia que, aunque el mundo pueda ser
caótico y difícil, es muy importante mantener la calma y resolver los problemas de manera
sensata.
La Reina de Corazones, con su amor por las cartas y su constante esfuerzo por mantener el
orden, mostró a Alicia la importancia de la justicia y la equidad. Aunque inicialmente la
Reina parecía dura, Alicia se dio cuenta de que todos merecen ser tratados con amabilidad
y respeto, sin importar su apariencia o su forma de vivir.
A lo largo de su viaje, Alicia aprendió valiosas lecciones sobre la amistad, la empatía y el
respeto hacia los demás. Al final, cuando se despertó de esta extraña aventura, llevó
consigo un corazón repleto de nuevos saberes y una comprensión más profunda de sí
misma y del mundo que la rodea.
La historia de Alicia en el País de las Maravillas nos recuerda que, aunque enfrentemos
desafíos y situaciones inesperadas, podemos aprender y crecer a través de esas
experiencias. La curiosidad, la paciencia, la amabilidad y la comprensión son herramientas
poderosas para navegar por el laberinto de la vida, construyendo puentes hacia la
comprensión y la armonía.
Por otro lado, Lewis Carroll, cuyo verdadero nombre era Charles Lutwidge Dodgson,
publicó “Alicia en el país de las Maravillas” por primera vez en 1865. Dodgson, además de ser
escritor, era un matemático y fotógrafo, lo que se refleja en la complejidad y el juego lógico
presentes en su obra literaria. Su contribución al mundo de la literatura infantil sigue
siendo relevante y apreciada hasta el día de hoy.