Carolina y Maite siempre han sido grandes amigas. Todo lo habían compartido. Sus padres también eran grandes amigos desde jóvenes y ellas lo pasaban muy bien cuando los días de fiesta se reunían todos juntos y los mayores explicaban cosas que hacían juntos hace años, cuando ellas aún no habían nacido.
La madre de Carolina acompañaba a las dos niñas cada mañana a la escuela, porque además eran vecinos, y la madre de Maite las recogía cada tarde.
Fue ella la que notó que algo no iba del todo bien entre las dos pequeñas, cuando aquella tarde, en lugar de pedir a gritos que les dejaran hacer juntas los deberes en casa de Maite, al llegar a casa, las dos niñas se separaron casi sin despedirse.
La explicación era muy sencilla: esa mañana, a la hora del recreo, Carolina había visto como Maite hablaba al oído con Rosa, mientras le enseñaba una cosa que tenía en la libreta. Cuando Carolina se acercó. Maite cerró muy rápidamente la libreta y empezó a silbar, intentando disimular.
Carolina se quedó tan sorprendida que, aunque pasó el resto de la mañana jugando al fútbol e incluso marcó dos goles, no se podía sacar de la cabeza ni por un momento, lo que había pasado. Esa tarde, después de separarse de Maite sin abrazos ni besos, la madre de Carolina le pidió si le podía acompañar a comprar.
Todo el rato que pasaron recorriendo los larguísimos pasillos del supermercado, su madre se extrañó que no pidiera caramelos y ni siquiera unos pequeños croissants de chocolate que siempre eran el premio que quería cuando ayudaba a comprar.
Tan extrañada quedó la mamá de Carolina, que de camino a casa, pararon en el parque y se sentaron en uno de los bancos que hay delante del columpio, al lado del árbol preferido de Carolina.
Entonces su mamá le preguntó:
-¿Qué es eso que te tiene tan preocupada y que te da tanta pena? La niña al principio no quería hablar, pero recordó que siempre que había estado triste, su mamá le había ayudado mucho. Por eso, abrió los ojos como platos y le dijo:
-Creo que Maite ya no me quiere.Tiene secretos con otra niña que se llama Rosa y antes ella me lo explicaba todo.
-Mira bonita: mañana será tu cumpleaños y yo quiero que estés muy contenta. Has de hablar con Maite y descubrir qué pasa, porque siempre habéis sido como hermanas.
A la mañana siguiente, siguiendo el consejo de su madre .Carolina fue a buscar a su gran amiga. Pero antes de poder decirle nada. Maite abrió su libreta de los secretos y le dio a Carolina un dibujo que había hecho para felicitarla.