Capítulo 2
Cinco días estuvieron volando el ogro Grogro y el dragón Zagón hacia el país del Monstruo del Cieno. Atravesaron elevadas montañas de color púrpura, un vasto y turbulento lago y negras planicies de lodo hasta llegar a una tierra extraña y asolada. Una tierra donde no quedaba ni un árbol con vida, donde no vivía un solo animal ni cantaban los pájaros, donde no había más que polvo, rocas, nubes de arena y una inmensa y siniestra montaña negra. La montaña estaba rodeada de un cieno verde y resbaladizo que goteaba de los orificios de las rocas. Allí, clavados en el lodo, se hallaban los huesos de todos los ogros, dragones y demonios que habían sido devorados por el Monstruo del Cieno.
Permanecieron revoloteando ¡unto a la falda de la montaña.
—¡Mira ahí arriba! — exclamó Zagón—.
Es el túnel que utiliza el monstruo para penetrar en la montaña cuando -regresa por las noches.
—¿Pero cómo puede subir tan alto?.
Zagón clavó sus poderosas garras en la roca, ¡unto al orificio. —Rápido, Grogro, no puedo sostenerme, i Está demasiado resbaladizo! iSalta, Grogro, salta! Mucho más abajo había unos peñascos negros y afilados como agujas. Grogro estaba asustado, pero no era un cobarde, y saltó y fue a aterrizar en el mismo agujero. Estaba a salvo. Pero no… ¡resbalaba hacia atrás sobre el cieno! No había ningún sitio dondel poder asirse, iba a despeñarse!.
De pronto, sintió que dos poderosas garras le cogían por detrás; era Zagón que agitando las alas volvió a introducirlo en el tunel.
El interior del túnel era de un horrible color verde. Olía que apestaba. Grogro comenzó a avanzar a gatas, sin ver absolutamente nada. Sólo oía el gotear del cieno y el chapoteo de sus manos y rodillas en el lodo.
Al cabo de mucho rato oyó un ruido sordo, lento y acompasado. Era el lento latir del corazón del monstruo. Entonces vio una débil luz verdosa. Era el resplandor del cuerpo del monstruo. Grogro había llegado al final del túnel.
Ante él se abría el vasto interior de la montaña/ cuya mitad se hallaba ocupada por el monstruo. Este yacía como un mar verde, agitándose mientras dormía. Sus numerosos tentáculos no cesaban de serpentear. Cientos de ojos cerrados se movían arriba y abajo al tiempo que respiraba. Sobre el monstruo había tendido un largo y estrecho puente de roca. Grogro debía cruzarlo para alcanzar un saliente que le conduciría junto al corazón del monstruo.
“Sé valiente y piensa”, había dicho Zagón a Grogro. Así pues, conteniendo la respiración, alzó la espada de su padre y se dirigió hacia el corazón del monstruo. El puente estaba recubierto de cieno y la roca se hallaba tan resbaladiza que Grogro avanzaba muy lentamente. Por fin se encontró encima del palpitante corazón del monstruo.
De pronto, un largo y grueso tentáculo rozó su pie. Grogro dio un salto atrás horrorizado. Pero, al saltar, resbaló. Con un gesto desesperado extendió la espada para recobrar el equilibrio, más ésta chocó con la roca. Un fuerte ¡CLANG! sonó a través de la montaña hueca.
El monstruo se despertó. Sus cientos de párpados comenzaron a abrirse, al tiempo que su corazón latía más y más deprisa.
Entonces vio a Grogro, solo en el puente. Alargó sus poderosos tentáculos para atraparle. Temblando, Grogro levantó la espada…